Segunda parte de las aventuras del joven maestro granadino, Miguel, iniciadas en la novela titulada La compañía de la muerte. Ya extinguida la Compañía, Miguel es apresado por sus enemigos que pretenden conseguir que les entregue un diario que interesa al rey José, hermano de Napoleón. Miguel es torturado pero logra escapar, incluso con grilletes, y prosigue su persecución de los espías de los franceses en un intrépido viaje que es una auténtica lucha de traidores. El protagonista, con la ayuda de algún amigo y de su amuleto, sufre una tormenta de arena, peleas, afrentas y un acoso constante, en muchos casos acompañado de violencia, peligros de los que, aunque herido en ocasiones, logra salir ileso. Andando, a caballo, en camello o en barco llega a Marruecos con la intención de acercarse a Andalucía, donde de nuevo ataca a los franceses. Una descomunal aventura en la que llega a conocer a Francisco de Goya entre otros famosos personajes relacionados con la Guerra de la Independencia. En París, ya en 1812, es encerrado en la mazmorra de las Tullerías, logrando de nuevo escapar.
La obra alterna hechos históricos y elementos de ficción a través de una prosa impregnada de un ritmo vertiginoso que no da minuto de respiro al lector, ofreciéndole abundantes secuencias de sangre y violencia. Su autor se explaya en esta línea de brutalidad, en ocasiones de modo excesivo, y dibuja al héroe de un modo más sanguinario, centrado casi exclusivamente en pelear y matar, dejando su mundo interior y romántico más desdibujado. En algunas de las hazañas se aprecia cierta falta de verosimilitud en la prodigiosa forma de evadirse de situaciones dificilísimas o en la suerte de encontrar armas en el momento en que las necesita, etc. Bien documentada históricamente, el relato se detiene en numerosas descripciones ambientales y costumbristas.
La obra alterna hechos históricos y elementos de ficción a través de una prosa impregnada de un ritmo vertiginoso que no da minuto de respiro al lector, ofreciéndole abundantes secuencias de sangre y violencia. Su autor se explaya en esta línea de brutalidad, en ocasiones de modo excesivo, y dibuja al héroe de un modo más sanguinario, centrado casi exclusivamente en pelear y matar, dejando su mundo interior y romántico más desdibujado. En algunas de las hazañas se aprecia cierta falta de verosimilitud en la prodigiosa forma de evadirse de situaciones dificilísimas o en la suerte de encontrar armas en el momento en que las necesita, etc. Bien documentada históricamente, el relato se detiene en numerosas descripciones ambientales y costumbristas.